Estos días estamos hablando sobre la influencia que tienen los tópicos en la producción cultural actual, que sin duda es muy alta, y de si es posible cambiar esta situación. Observando un poco los medios de comunicación y otras expresiones de la cultura, se ve rápidamente que la gran mayoría basa su estructura en tópicos, ya sea del tema del que se trata, las bromas, e incluso la estructura de elaborar ese producto cultural.
Últimamente me he aficionado al programa “Nuevos Cómicos”, de la cadena “Paramount Comedy”, en el cual varios monologuistas repasan varios aspectos de la vida cuotidiana en clave de humor. Los temas suelen repetirse hasta la saciedad, y suelen retratarnos de forma bastante fiel, almenos al conjunto de nuestra sociedad: que si las mujeres son retorcidas; nuestra “pachorra” enfrente de los europeos; nuestra impuntualidad; la afición al alcohol y otras substancias cuando salimos; que pasaría si Fernando Alonso tuviera mecánicos españoles; los consejos que dan los padres, el trato de tu abuela y sus amigas, las fiestas del “pueblo”, y así un largo etc. Son temas tratados hasta la saciedad, y que ya se hacen casposos. El caso es que siguen llenando teatros y salas con sus actuaciones en directo, e incluso ahora les sale competencia con el “Terrat Pack”, de Buenafuente y los suyos.
Con el cine pasa lo mismo. Sexo, violencia, y el bueno que gana al malo, se enrolla con la tía buena y queda un final feliz. El cine español algo parecido, pero cambiando violencia por aun más sexo. Las series de televisión lo mismo; adolescentes conflictivos, gente con problemas, líos de faldas por doquier, asesinatos y así sin fin. Los personajes: el chulito, el tonto, el sumiso, la guapa, el amigo pringado dispuesto a ayudar, y el malo reclamando venganza. Así una tras otra, y singuen vendiendo, y la gente no se cansa.
Uno de los motivos por los cuales se abusa de los tópicos ya está dicho, vende como ninguna otra cosa. Otro de los motivos, que a su vez es un motivo de porque venden, es el sentirse identificado. ¿Quién, tras oír una situación en un monólogo no piensa: es verdad? Utilizan nuestras pautas de comportamiento para extender el humor. Más complejo es en televisión y cine, pero encuentran una estructura que funciona, y la explotan. En televisión me viene rápidamente a la cabeza la serie “Aída”. Salvando las distancias y diferenciando claramente que se trata de una comedia que parodia la vida de las gentes de un suburbio de la gran ciudad ¿Quién no ha pensado, que, sin darle esa otra vuelta de tuerca con la que se busca la comedia, el barrio es calcado al que posiblemente vive, o a cualquier barrio de las afueras de cualquier ciudad? Y en los personajes nos encontramos el exyonki, a la chacha, al gamberro y al marginado. ¿Por qué el personaje de Fidel, no podría ser fuerte, musculoso y carismático, además de conservar esa inteligencia, pero sin ser repelente cómo aparece en la serie? ¿Por qué el personaje de Chema tiene que ser tan buena persona que todos le vacilan, no podría ser buena persona y ser respetado por todos? Entonces la serie sería un bodrio, y es por eso que se usa el tópico.
Como se puede observar, me he movido por los terrenos más mediáticos de la cultura, puesto que son los que más domino, y con los que ya ha sido suficiente para demostrar que se abusa del tópico en la producción cultural e identificar sino todos, algunos de los motivos que la producen.
Ahora la pregunta es, ¿Es posible el cambio? Al fin y al cabo, todas las series que se anuncian cómo grandes éxitos, nos ofrecen una innovación, una nueva manera de actuar, como “Cómo Conocí a vuestra madre” y su manera de jugar sin parar con el tiempo narrativo, dándonos siempre un final inesperado y divertido, que se ha llegado a convertir en seña de identidad de la serie, o cómo comenta la compañera Nerea Alfonso, el apasionante argumento de “Lost”, que viene de un accidente de Avión, y que a priori nadie se imaginaba el jugo que podía dar. Pero incluso así se puede caer aún en n uso excesivo de los tópicos. El caso esta en que: ¿Sería posible que una película nos llegue a gustar y a emocionar con un trágico final, totalmente contrario a lo que se hace siempre? ¿O que el chulo se enamore? ¿O que el gordo y feo acabe con la guapa? Películas como “Million Dollar Baby” nos demuestran que esto es posible, sólo falta un cambio de mentalidad a la hora de elaborar productos culturales, una producción que ha llegado a estandarizarse tanto que se ha convertido en otro tópico.
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